Lejos de ser, en su origen, una cuestión de Biología o Medicina, los grupos sanguíneos son en realidad una cuestión de Química de Carbohidratos (Glicobiología). El grupo sanguíneo de una persona (A, B, AB, ó 0) está determinado por los antígenos presentes en la membrana de los eritrocitos (glóbulos rojos). Estos antígenos son, en realidad, carbohidratos complejos (oligosacáridos) que comparten una estructura común en todos nosotros pero que se diferencian en una única unidad de azúcar terminal que es la que determina nuestro grupo sanguíneo. Si la estructura compleja común no tiene ninguna unidad adicional el grupo es 0. Si tiene una unidad de N-acetil-D-galactosamina el grupo es A. Si tiene una unidad de D-galactosa el grupo es B y si puede tener una u otra el grupo es AB.
Y ¿qué hay sobre la compatibilidad? Los carbohidratos terminales se unen a la estructura común gracias a unos enzimas (glicosiltransferasas) que transfieren la unidad adecuada. Los individuos de tipo 0 no expresan los genes que codifican dichos enzimas y por ello no pueden instalar ninguna unidad (sólo pueden recibir sangre de tipo 0). Los individuos de tipo A expresan el gen que codifica la N-Ac-Gal transferasa, los de tipo B expresan el gen que codifica la Gal transferasa y los AB ambos. Por ello, si se da sangre de tipo 0 a cualquier individuo que disponga de esos enzimas convertirá (literalmente) la sangre transfundida a su tipo y no presentará ningún problema. De ahí que el tipo 0 sea el donante universal y el AB el receptor universal. La presencia de anticuerpos garantiza el rechazo de una sangre incompatible.
Un ejemplo muy representativo de la importancia de los carbohidratos en el reconocimiento molecular y de cómo nuestra vida puede depender de una sola molécula de carbohidrato. El Rh es otra historia que contaré pronto ...
No hay comentarios:
Publicar un comentario